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miércoles, 17 de enero de 2018

Si me preguntas a mí ¿Sirve para algo Estudiar Comunicación?

Por: María Cristina Castañeda



Sirve para aquellos que la estudian por convicción, porque sienten el llamado de ir más allá de lo que ven, escuchan o les dicen. 

Sirve para los que no ven la profesión como un medio de visibilización, farándula o marketing. Realmente para los que creen en que todos tenemos los mismos derechos y deberes. Por lo tanto, todos los seres humanos tienen derecho a informarse y sacar sus propias conclusiones. 

Los comunicadores sociales profesionales están en la obligación de generar criticismo y conciencia a quienes los escuchen o lean.
El problema no radica en el exceso de demanda de profesionales y la poca oferta laboral para periodistas. Tampoco en la brecha entre gremios a nivel nacional. La crisis en mi profesión empezó cuando nos dejamos quitar la tarjeta profesional para poder ejercer, dizque por la "libertad de expresión".
Según el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia "Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación.
Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura".
¿A caso no es contradictorio a lo que está pasando actualmente?. Cualquier profesional y tecnologo monta un medio de comunicación, sin control, ni consciencia de que la información no sea manipulada, ni veraz.
Me indigna ver que no solo profesionales de otras especialidades y hasta bachilleres ocupen cargos periodísticos. Mientras profesionales y con maestrías estén haciendo cosas totalmente diferentes a lo que estudiaron por vocación para poder sobrevivir en en sistema.
Tengo que citar el caso de un diario que exige profesionales para la vacante de redacción, andar por todo Cali por cuenta propia, suministrarles los elementos de trabajo y demás peripecias para conseguir las noticias que le exijan diariamente. Todo por un salario mínimo sin garantías materiales, ni físicas para cubrir temas judiciales ¿dónde quedó la ética profesional?.
Aunque engrose la lista de egresados en ésta profesión que estén desempleados, no me arrepiento de haber escogido esta carrera. Tengo fe en que la situación para mis colegas mejore, y que la moda de Yotubers, Bloggeros, Instagramers y demás Influenciadores no degraden el concepto de un COMUNICADOR SOCIAL - PERIODISTA. PUES OBVIAMENTE NO ES LO MISMO.
Un Periodista se informa, investiga, corrobora fuentes, constrasta antes de hablar y usa diferentes opiniones veraces frente al tema que se vaya a tratar independientemente de su punto de vista y emotividad.
Un influenciador promociona un producto y genera emociones, para ésto no hay que estudiar.
Ojalá la definición de la RAE que caracteriza al Periodista como: "Persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo... Persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión", no se quede en palabritas de diccionario como paliativo a las generaciones antiguas.


*RAE: Real Academia Española

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Le invito a que lea el artículo que me inspiró a dar mi punto de vista y sea usted quien se quede con lo que más se identifica.

* La Comunicación Social tiene varias ramas: Periodismo, Organizacional, Audiovisual y Estratega Digital.... Mi percepción va para los que eligen el periodismo como su profesión, estilo de vida y juicio final.

¿Sirve para algo estudiar comunicación social?

Por: Freddy Castro

Fueron comunicadores sociales los que prendieron la polémica. Ricardo Quevedo tuiteo presentándose como Youtuber ‘el nuevo estudio comunicación social’, mientras que Néstor Morales aseguró que ‘estudiar comunicación social no servía para nada’. Enfoquémonos en una limitadísima visión para aportar un nuevo enfoque a la discusión, la de quienes estudian comunicación porque quieren ejercer como periodistas y hacer plata. Estos dos elementos tendrían incidencia negativa en el mercado laboral y los salarios.

Aunque no todas las experiencias son exitosas, un abogado tendría, por ejemplo, más herramientas para ser periodista judicial que un comunicador. La lógica sería similar en líneas que demanden habilidades específicas. Biólogos e ingenieros estarían en la misma lista. De aquí se desprende el primer elemento: los comunicadores compiten con otros profesionales para ejercer el periodismo.
Inconformes insinuarán que esta es una costumbre criolla. El nuevo director de The New York Times, A. G. Sulzberger, los refutaría con un pasaje del saludo a sus lectores: “continuaremos infundiendo nuestro periodismo con experiencia haciendo que los abogados cubran la ley, los médicos la salud y los veteranos la guerra”.
Un segundo elemento viene del mismo negocio. Radio, prensa y televisión conviven en un veloz ecosistema digital, compitiendo allí por la pauta publicitaria, su principal fuente de ingresos. Esta generación de consumidores tiene otras opciones de entretenimiento que no existían hace 20 años, como Netflix o Spotify, y acude a las redes sociales para buscar contenidos. Los anunciantes se dieron cuenta de la menor demanda por medios tradicionales, de la existencia de canales alternativos para socializar sus productos (piense en un YouTuber) y del poder de Google y Facebook.
Los resultados son palpables. Según estadísticas de Asomedios, en Colombia la pauta registró una caída cercana al 10% en 2016. En otras latitudes el drama es peor. Que la principal fuente de ingresos tenga una caída de ese tamaño, quiere decir que la ganancia neta del negocio se está reduciendo, en algunos casos más del 50%. Y el porvenir no pinta mejor.
Son dos las consecuencias de menores márgenes de utilidad. La primera es el cierre, como lo hizo el Grupo Zeta de España con las revistas ‘Interviú’ y ‘Tiempo’. Otra opción es ajustar costos, incluyendo salarios de los que generan contenidos.
Algunos sugerirán que los medios no son la única alternativa laboral de un comunicador. Complementemos esa perspectiva. Una caída de ofertas de empleo en medios de comunicación, desplazaría trabajadores hacia perfiles de comunicación organizacional o estrategia, al ser este un mercado y tener mayor disponibilidad de trabajadores, los salarios podrían disminuir.
¿Y entonces?
Más que desincentivar el estudio de esa carrera, la invitación es a conocer los riesgos de la elección, teniendo presente la obligación de adaptarse a un mercado que migró a lo digital. No sería extraño que, en un futuro próximo, un criterio para la renovación o vinculación laboral de un comunicador, incluyendo al jefe de prensa de una firma, sea el número de seguidores en redes sociales.
Como quiera que sea el desenlace, los tiempos que vienen no serán fáciles. Por eso, pese a que vale la pena estudiar comunicación o cualquier otra área del conocimiento, haga cuentas antes de escoger camino.
Adenda: 
en la era digital cada profesión enfrenta desafíos. Watson, por ejemplo, la supercomputadora de IBM, es capaz de procesar toda la información disponible de un tema, generando mejores diagnósticos de los que ofrece un oncólogo o un economista.

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