Por: María Cristina Castañeda C
(Artículo de opinión)
En
pleno siglo XXI el placer se ha vuelto subjetivo, lo que para unos es el
éxtasis para otros algo superfluo. Desde lo más elemental como son los
chocolates, los cuales vuelven adictas a algunas chicas; para otras es su mayor
enemigo (por cuestión de las dietas). Otro de los factores subjetivos es la
estética. Algunas personas creen que pasar horas enteras en un gimnasio es lo
ideal para moldear su cuerpo y tenerlo saludable. De hecho se les hace
placentero cambiar de spinning a pesas; para otros es un karma pensar que
tienen que caminar para algún mandado.
Hasta
el santo más santo ha tenido que pecar, que tire la primera piedra el que no
esté deacuerdo “con que lo prohibido es lo más apetecido”… Independientemente
de la moral, alguna vez en nuestra vida hemos hecho cosas que nos dicen que no
hagamos –pero es que hay gusanitos inaguantables- revelaré mis secretos. Pero
no sin antes mostrar casos de otras personas claro esta; y es que no hay edad,
género, hora, ni lugar para hacer lo contrario –la curiosidad mató al gato-.
Desde
niños, en colegios, hogares y demás instituciones “formadoras” son impositoras de parámetros a seguir de
convivencia. Sin embargo, no nos digamos mentiras ¿quién no ha hecho alguna
maldad en el colegio?... Como a algún compañero, profesor, saltada de tapias,
voladas de clase o la famosa frasesita… “en cinco minutos llego” cuando ni se
ha salido de la casa. O a la inversa, por llegar tarde las excusas habidas y
por haber.
Seamos sinceros Colombiano que se respete siempre tiene una excusa
razonable y sustentable hasta para esos “pecaditos” placenteros, a eso es lo
que yo llamo un “verdadero
placer culposo” a las pequeñas
mentiritas que surgen diariamente y pasan desapercibidas en la vida de algunas
personas.
Ahora sí contaré mis placeres culposos que aunque me
causen dolores de cabeza “literalmente” aún los practico: las dietas no son
hechas para mí porque que desperdicio, los heladeros, los chocolateros, los
bomboneros… Todos los creadores de golosinas se quedan sin trabajo… “toca
colaborarles”. Esos kilitos demás me a culpan en mis presentaciones de danza
árabe –pero solamente cuando veo las fotos- ya después se me olvidan. Lo malo
es que esas fotos quedan circulando en las redes sociales.
Una de las cosas que más me a culpa es no poder ayudar
a cuanto perro veo en la calle, pero es que un doceavo me saca a mí de mi cama.
Si sigo enumerando el artículo se extendería mucho. Aunque uno de tantos
placeres culposos en que –TODOS LOS JÓVENES HEMOS CAÍDO- ¡hasta yo! Son las
fotos de moda y efectos especiales; en las que -san photoshop- hace y deshace.
Entre ellas una de esas fotos es la que más me a culpa porque generó varios
disturbios familiares y aún sigue viva.
Para finalizar no puedo dejar sin mencionar las culpas
que se le echan a los hermanos menores para conseguir felicitaciones y regalos
de los padres “pues eso, me han contado”. Como también he escuchado las
peripecias que han pasado amigos con sus novias, “entukes” en casas prestadas.
Pero la insuperable es: la de “Semon” que pasó la noche bajo la cama de la
chica que se estaba “rumbió” (la cual era su prima) para que no lo descubrieran.