Por: María Cristina Castañeda C.
(Cuento)
Según
una valla publicitaria hoy es 13 de abril, supongo que sea un martes porque está
sola la ciudad; es raro encontrarla deshabitada a altas horas de la noche, casi
de madrugada.
Es
escalofriante la oscuridad o más es el miedo a la eterna soledad. No reconozco
este lugar, ni se parece a nada por donde solía jugar. Las últimas imágenes que
retumban mi cabeza son las de cuando me caí por un puente de la calle 56, al
competir con mis hermanas, no sé si me morí o me teletransporte a otra ciudad.
Lo
único seguro es mi incierto caminar con rumbo desconocido, en compañía del
silencio extremo y lo compungida que me siento por no entender qué sucedió y
menos sin saber el paradero de mis hermanitas,
ellas todas chiquiticas son mi adoración por tal motivo las molesto
tanto… ¡Pero lo hago con amor! para pasar ratos inolvidables.
En
el cielo no hay luna, ni estrellas que iluminen mi regreso a casa,
preocupándome el transcurrir del tiempo en el que cada vez se oscurece más.
Pero mi desasosiego no termina ahí, comienza con las sombras que veo a gran
velocidad aunque eso no sabía si era para bien o para mal porque no era de
personas.
En
mi recorrido atravieso calles y a su alrededor hay casas y semáforos de poca
utilidad para mi, todo se encuentra apagado con una apariencia similar cada
cuadra a la otra y así sucesivamente.
Cansada,
con sed, frio y con hambre perdida en el tiempo, percibo el sonido del agua
¿por qué no acercarme? Me pregunte. ¡Un momento!... Eso es un lago, pero ¿en
una ciudad un lago?... No pierdo nada con ir a mirar, pues siempre me he
caracterizado por ser aventurera… Bla, bla.bla…. Ni agotada paro de hablar
aunque es para disimular el susto que me aterra cada segundo que pasa.
¡Oh!...
Que delicia, es agua pura, puedo ver mi reflejo claramente y estoy hermosaaa,
mis bigotes y orejitas relucientes. Sin embargo mis paticas están exhaustas.
Hasta perdida no puedo dejar mi vanidad… ¡Ey! Laguito, laguito dime cómo
regreso a casa para pedirle perdón a mis hermanas y a mi ama, deben estar
preocupadas por mi desaparición. Prometo
cambiar mis retos, genio y solo pintarme las uñas una vez al mes…
…
Ante mis ojos aparece una luz incandescente, dejándome atónita con lo que me
dice en voz bajita y dulcemente “Nena ladra con el corazón, ya puedes volver a
tu hogar, es algo que jamás vas a olvidar”.