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miércoles, 2 de enero de 2013

INGENUIDAD DE LOS 90’S

(Artículo de Opinión)

Por: María Cristina Castañeda Ch.

Parece que fue  ayer, la noche en que esperaba a mi padre sentada en el sillón blanco muy juiciosita, de su llegada del trabajo; ansiosa por su respuesta, aunque fuese negativa, no desistía hasta conseguir mi objetivo. “Esa muñeca”, la que lo tenía todo y a la vez un objeto que suplía todas mis aventuras imaginarias, tanto para mí como para mis amigas. Que buenos recuerdos aquellos, cuando la encontraba la noche de navidad envuelta en una cajita rosada, muy cerquita del arbolito. Poco a poco fui creciendo, lanzándola al olvido hasta tal punto de no compartirle los anécdotas de mi vida, pero “ella” aquella Barbie plastificada, se fue convirtiendo en el estereotipo perfecto, el modelo a seguir física y psicológicamente de toda joven; eran sus curvas, su cabello, sus piernas o lo voluptuosa; lo que la hacía más atrayente para sus seguidores masculinos… ¡Ah mentalidad tan distorsionada! ¿A caso  esa muñeca no era un juguete?, ¿desde cuándo tomo vida real en mi mundo?.

Debo confesar que nunca me preocupe por mi apariencia; hasta el día en que mis amigas todo se lo empezaron a poner “postizo”, desde las uñas de los pies hasta las extensiones del cabello, “eso sin incluir las siliconas”. Fue en ese momento que descubrí mi amor al deporte y que mejor que jugar a policías y ladrones en mi conjunto, esconderme en mi casa, tomar la lonchera; como a la hora salir y aun nada que me encontraban. Pero ¡Shht!, mis amigos nunca lo supieron; quizá por eso era la última en aparecer, jejeje, o  lo mejor era cuando nos intercambiábamos las estampillas repetidas para los álbumes de novelas. Sin embargo, tengo que admitir que me iba mejor con los Panini; sí, ese álbum de futbol viejísimo que “n” años dejó de circular, pero que hizo feliz a mucha gente o por lo menos a mi papá y a mí… “así nunca nos ganáramos nada”, nos divertíamos gastando saliva y colbón; porque cabe anotar; no venían adhesivas las estampitas, era como coleccionar naipes inoficiosamente. Caso contrario sucedía con las series de tv, muñequitos y prendas de vestir en conmemoración al “Chavo del ocho”, el cual ya es un personaje inmortalizado para  muchas generaciones, no solo por todas las peripecias que pasaba en el vecindario donde residía, sino los coscorrones que le daba don Ramón en su mayoría de veces injustamente.

Por esas razones y muchas más, deteniéndome en el tiempo desde una mirada de veinte años atrás; puedo concluir que: en mi generación, uno de tantos juegos que nos enseñó a ser comerciantes fueron los “Tazos de Pokemon”, culpables de alegrías y tristezas al apostar los poderes con: “Charmander”, “Squirtle” o “Blastoise”; no obstante, mi favorito era Jigglypuff porque cantando podía hacer dormir a toda la genta, quizá eso era lo que más me gustaba o sus ojos azules. Aunque el tiempo haya avanzado a pasos gigantescos, hay que reconocer que más se experimentaba cuando la tecnología no era tan avanzada; pero esta a su vez llegó con una generación virtualizada, cambiando la página hacia una nueva cultura, fosilizando cada día la ingenuidad de los 90’s.
Gracias por leer mi trabajo, su opinión es muy enriquecedora para mi.

HORA - TIME