Si siempre estás apurado, si dejas para último
momento lo importante porque te distraes, si las asignaturas pendientes son tu
forma de vida, es probable que entres en la categoría de 'procrastinador crónico'.
Procrastinar significa diferir, aplazar actividades o situaciones que precisan
atención. En general, tendemos a posponer las tareas que nos causan malestar, revisten
cierta dificultad o nos despiertan inquietud. El problema es que cuando no
atendemos los asuntos relevantes, en algún momento pagamos las consecuencias.
Existen diferentes causas de procrastinación, la
mayoría asociadas a características psicológicas y personalidad de cada individuo,
como el miedo al fracaso en personas hiperexigentes, necesidad de aprobación en
quienes hacen cosas para agradar a los demás, etc.
Es cierto, las distracciones en el mundo actual son cada vez más (las redes sociales,
por ejemplo) y eso nos convierte a todos en procrastinadores eventuales.
Si sientes que el tiempo se resbala entre tus dedos, si sueles retrasar
tu trabajo, si vives prometiéndote hacer ejercicio, si no haces lo que tienes
que hacer por miedo a que salga mal, si lo urgente siempre predomina sobre lo
relevante, es hora de un cambio.
·
Analiza qué “procrastinas”: ¿siempre las
mismas tareas? ¿Tienen que ver con tu trabajo, por ejemplo? Reflexiona acerca
de la causa de ello. Es probable que solo estés trabajando por el dinero y eso
no te haga feliz. Proponte una vuelta de tuerca. Cuando hacemos lo que amamos,
el tiempo vuela y la prosperidad llega.
·
Redacta listas: anota en ellas todo lo que tienes para hacer, desde lo más pequeño hasta
lo más grande. Coloca horarios y márgenes de tiempo estimados al lado de las
tareas para tener un marco referencial. Esto no significa que te vuelvas obsesivo
de las pequeñeces o poco flexible pero saber que hay cosas que no puedes dejar
de hacer te ayudará a no descompaginar tu día.
·
Toma pequeños descansos: no somos maquinas programadas para producir. Cuando
se hace sin pausa el cuerpo y la mente dicen “basta” en algún momento. Toma un
respiro, haz una siesta, medita, prepárate un café. No se trata de una pérdida
de tiempo sino de una recarga energética para volver a lo que más esfuerzo y
concentración demanda.
·
Restringe las distracciones: estamos rodeados de ellas y poder concentrarse
exige una enorme voluntad. Fija
momentos para dedicar a las redes sociales, por ejemplo. Si trabajas en tu
casa, delimita áreas y horarios. Cuando comes, come. Cuando trabajas, trabajas.
Si mezclas todo, te encontrarás a la medianoche con mucho sin resolver.
·
Cuidado con el móvil: es cierto que muchos lo utilizamos como una herramienta laboral y eso
hace que tenga que estar encendido a toda hora. Silencia los grupos de Whatsapp
que usas para entretenimiento cuando estés ocupado, por ejemplo. Has la prueba
de cronometrar durante un día los minutos que pasas en estos menesteres y con
seguridad te darán ganas de invertirlos en otras actividades.
·
Prémiate por tus logros: cuando sientas que has podido resolver algunas
cuestiones que te preocupaban, date una palmada en el hombro y gratifícate.
Come algo rico, ve a pasear a algún sitio que te guste, organiza una reunión
con amigos… De manera inconsciente comenzarás a asociar las concreciones con
recompensas.
Y recuerda hacerte un tiempo para el amor. La pareja
de tu vida puede estar a un clic de distancia.
![]() |
Foto tomada por Christian Beliera a
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario